lunes, 10 de septiembre de 2012

La bendición con la invocación a María Auxiliadora y la novena de María Auxiliadora (don Pierluigi Cameroni)

Camino formativo 2011-2012

 

10. La bendición con la invocación a María Auxiliadora y la novena de María Auxiliadora (don Pierluigi Cameroni)

Don Bosco y la Auxiliadora son inseparables. La Auxiliadora se ha servido de D, Bosco para obrar estrepitosos y numerosísimos milagros y derramar así sus infinitas gracias sobre el mundo. La vida de D. Bosco está llena de ellos; muchos libros narran conmovedores episodios de la bondad de María manifestada en toda clase de personas; el “Boletín salesiano” publica mensualmente las gracias y favores debidos a María Auxiliadora, que se multiplican en especial en su santuario de Turín, querido por ella, y del cual había dicho en una visión a D. Bosco: “Hic domus mea; inde gloria mea”, esto es: “Esta es mi casa y de aquí saldrá mi gloria”.
Durante la construcción de la basílica de María Auxiliadora nace y crece la fama de D. Bosco obrador de milagros y su nombre comienza a difundirse fuera del Piamonte: de sacerdote conocido solamente en su tierra, se convierte en un personaje símbolo de la novedad pastoral en la Iglesia. Él siente el peso de esta fama de "obrador de milagros”: consulta a un teólogo, Mons. Bertagna, ¡si debe o no continuar dando la bendición de María Auxiliadora! Este le responde afirmativamente.
(En su viaje a París en 1883) una familia amiga de D. Bosco y de las Agustinas hospitalarias de Versalles logró que el Santo visitase su casa de S. Martín. Llegó allí donde ya le esperaban ansiosamente las religiosas, las señoras que vivían con ellas, las enfermas y una multitud de personas de la ciudad que llenaban el claustro desde la puerta de entrada hasta la iglesia. Había también enfermos que deseaban recibir su bendición. Abrióse paso con dificultad, entró en la iglesia, acercóse al altar, subió a la tarima y dijo: “Aunque el tiempo apremia, quiero deciros dos palabras. Me siento feliz por hablar a buenos cristianos en este día en que se celebra la fiesta de Nuestro Señor Jesucristo en la Eucaristía y la de María Auxiliadora, Reina del cielo. ¡María Auxiliadora de los padres y Auxiliadora de los hijos! Auxiliadora de los amigos y Auxiliadora de los enemigos, Auxiliadora de los afligidos, de los herejes, de los cismáticos, de los pobres pecadores; en una palabra, Auxiliadora de todos, porque esta buena Madre quiere convertir a todos. Mas para merecer su amor, hay que honrar al Hijo y os indico ahora algunos medios para lograrlo. Para ser queridos por Él, hay que recibir a menudo los sacramentos, comulgar lo más frecuentemente posible y, cuando no se pueda, hacer la comunión espiritual; además, oír la santa misa, visitar a Jesús Sacramentado, asistir a la bendición, hacer obras de caridad en honor de Nuestro Señor Jesucristo, porque agrada al Señor que se practique la caridad.
Yo no dejaré de rezar por vosotros y vosotros, por vuestra parte, rezad por este pobre sacerdote, por mis misioneros, por mis huerfanitos, por todas mis obras. Pediré al Señor que bendiga esta casa donde se hacen tantas obras de caridad; rezad por las religiosas y por todas la personas que viven aquí, para que todas sean buenas cristianas. Rezaré por todos vosotros a María Auxiliadora, porque esta buena Madre quiere interceder por todos nosotros y espero que nos alcance ir a verla en el Cielo. Por una gracia especial del Padre Santo, tengo la facultad de dar una amplísima bendición a todos los que estáis aquí reunidos. Esta bendición será para vosotros, y también para vuestros parientes, vuestros amigos, vuestros enfermos, porque son muchos los que sufren; servirá también para todos los objetos de piedad que tenéis con vosotros”.
Entonces D. Bosco, cruzando los brazos sobre el pecho y bajando los ojos, pronunció una larga fórmula de bendición, que terminó con una gran señal de la cruz. Una vivísima conmoción se apoderó del auditorio, impresionado por la admirable sencillez de sus palabras y por la irradiación de religiosidad que emanaba de toda su persona. A la hora de marcharse tuvo que trabajar para abrirse paso entre el gentío. Uno quería pedirle algo muy particular, otro reclamaba una bendición, este le ofrecía una limosna, aquél anhelaba besarle la mano o la sotana. Era una escena de fervoroso entusiasmo, imposible de describir por quienes fueron testigos de ella. Finalmente pudo subir al coche, dejando a toda aquella gente con la impresión de haber visto y escuchado a un santo. (MB XVI 211-213).
D. Bosco no se contentó con propagar la devoción de María Auxiliadora con la palabra, la prensa, los milagros. Obtuvo de León XIII que la “Bendición de María Auxiliadora”, que él venía impartiendo desde tiempo atrás con eficacia, fuese aprobada. Y la fórmula de la “bendición”, por decreto de la Sagrada Congregación de ritos del 18 de mayo de 1878, fue recogida en el Ritual romano.
Merece la pena recordar que en 1928, con ocasión de la aprobación de la bendición de María Auxiliadora y del 25 aniversario de la Coronación de María Auxiliadora, el tercer sucesor de D. Bosco, el Beato Felipe Rinaldi, promovió un fuerte despertar de la devoción a la Auxiliadora como expresión de filial reconocimiento y como ocasión de inculcarla entre los jóvenes de las obras salesianas. En tal circunstancia D. Rinaldi escribió algunas líneas sorprendentes y conmovedoras: Esta bendición y esta imagen, junto con el espíritu y el método educativo de D. Bosco, son los tesoros más preciosos que nos ha dejado nuestro buen Padre, de los que debemos ser custodios celosos y apóstoles fervientes. Nosotros somos los hijos de la bendición de María Auxiliadora, y puede decirse con razón que D. Bosco nos ha engendrado a la vida salesiana con esta bendición, invocada tantísimas veces por él sobre nosotros (que hemos tenido la inestimable dicha de estar a su lado y gozar de su amable compañía); y debemos invocar, por nuestra parte esta bendición, impartirla a nuestros jóvenes, en especial sobre aquellos que estén llamados por el Señor a ser nuestros hermanos en la Sociedad Salesiana. La imagen suavemente expresiva de nuestra Auxiliadora, pintada bajo la guía e inspiración del mismo D. Bosco para el santuario que él quería edificarla en Valdocco con su fe, su presencia animadora, con sus santas fatigas y con su amor filial, debe ser venerada por cada uno de nosotros con un culto de predilección y verdadera ternura, si queremos conseguir su difusión, hacerla apreciar en su justo valor y hacerla amar por cuantos se nos acerquen en la misión que realicemos en nuestras casas". (Atti del Capitolo Superiore della Società Salesiana, vol.II, 1922-1931 D. Rinaldi, pp.628-629)
Fórmula de bendición con la invocación de María Auxiliadora

V. – Nuestro auxilio es el nombre del Señor
R. – Que hizo el cielo y la tierra.
Avemaría.
Ant. – Bajo tu protección nos acogemos, santa Madre de Dios: no rechaces nuestras súplicas en las necesidades, antes bien, líbranos de todo peligro, Virgen gloriosa y bendita.
V. – María, auxiliadora de los cristianos.
R. – Ruega por nosotros.
V. – Señor, escucha nuestra oración.
R. – Y llegue a Ti nuestro clamor.
V. – El Señor esté con vosotros.
R. – Y con tu espíritu.
V.- Oremos.
Dios todopoderoso y eterno, con la ayuda del Espíritu Santo, preparaste el cuerpo y el alma de María, la Virgen Madre, para ser digna morada de tu Hijo; al recordarla con alegría, líbranos , por su intercesión, de los males presentes y de la muerte eterna.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R.- Amén.

Don Bosco y la novena de María Auxiliadora

Don Bosco cuando se le pedía alguna gracia acostumbraba a respsonder: “Si queréis obtener gracias de la Santísima Virgen haced una novena” (MB IX, 289). Esta novena, según el Santo, debía hacerse posiblemente “en la iglesia y con fe viva” y era siempre un acto de amor ferviente a la Santísima Eucaristía. Las disposiciones interiores, para que la novena fuese eficaz, eran, según D. Bosco, las siguientes:
1.- No apoyarse en el poder de los hombres: Confiar solo en Dios.
2.- La petición se base totalmente en Jesús Sacramentado, fuente de gracia, de bondad y bendición. Se base en el poder de María que en este tiempo quiere Dios glorificarla en la tierra.
3.- En todo caso, se ponga la condición del “fiat voluntas tua” y si es para provecho del alma de quien pide.

Condiciones requeridas
1.- Recibir los sacramentos de la Reconciliación y de la Eucaristia.
2.- Dar una limosna o el propio trabajo personal para sostener las obras de apostolado, peferentemente en favor de la juventud.
3.- Reavivar la fe en Jesús Eucaristía y la devoción a María Auxiliadora.
4.- Rezar, durante nueve días seguidos: 3 Padreneustros Avemarías y Gloria al Santísimo Sacramento con la jaculatoria: Sea alabado y reverenciado en todo momento, el Santísimo y Divinísimo Sacramento; 3 Salves con la jaculatoria: María Auxiliadora de los cristianos, ruega por nosotros..

Oración de San Bernardo
Acordaos, oh piadosísima Virgen María,
que jamás se ha oído decir que ninguno
de cuantos han implorado vuestros favores
haya sido abandonado de Vos.
Animado por esta confianza, a Vos me presento,
¡oh Madre del Verbo!; no desprecies mis súplicas,
antes bien, escuchadlas favorablemente.
‘Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María”.

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